domingo, 12 de julio de 2009

Participación

Se entenderá el término de Participación como dice Martín (1988:229), es “la que convierte en comunitaria la acción social”. Y es así porque ella supone no sólo actuar conjuntamente, organizadamente, sino también colaborar, en el sentido de aportar (ideas, recursos, materiales) y de comprometerse con el sentido, dirección y finalidad de la acción, a la vez que se obtienen beneficios a partir de los logros colectivos.

Es posible hablar entonces de niveles de participación y de compromiso que se estructuran y funcionan como círculos concéntricos, cuyo núcleo lo constituye el grupo de máximo compromiso, dedicación y participación; usualmente constituido por los dirigentes o líderes de los grupos organizados de la comunidad, que dedican mucho tiempo, energía y recursos al trabajo en pro de la colectividad. Son aquellas personas presentes y activas en las diversas tareas organizativas, ejecutivas y evaluativos que surgen en el trabajo comunitario, y quienes habitualmente “dan la cara” por la comunidad, la representan, a la vez que motivan, energizando las participación de los otros. A este primer círculo sigue otro, en el cual se hallan personas que colaboran frecuentemente en tareas puntuales y asisten a muchas de las reuniones y asambleas convocadas por los primeros. Un tercer círculo es el de aquellos miembros de la comunidad que sólo participan en tareas específicas, que realizan a cabalidad y con dedicación aunque no lideran, para luego retirarse hasta una próxima oportunidad. El siguiente círculo está integrado por quienes se hacen presentes a través de donaciones, aportes materiales, así como de su benevolencia explícita hacia las acciones emprendidas pro los grupos anteriores. Hay también quienes se conforman con simpatizar y aprobar el trabajo colectivo, pero que no harán otro aporte que el de su simpatía hacia quienes actúan y hacia la obra en realización. Y finalmente, se encuentran los espectadores curiosos, indiferentes a veces, pero no obstaculizadores.
Todos son necesarios y todas esas formas de participación que se presentan acompañadas de gradaciones del compromiso que van del máximo posible al mínimo perceptible, son necesarias para consecución de los objetivos de la comunidad. Ninguna debe ser desdeñada, puesto que todas significan un aporte. De hecho, los límites entre esos niveles de participación no son impermeables. Continuamente se está dando el flujo de unos a otros, de tal manera que se puede decir que un trabajo comunitario exitoso debe lograr el ensanchamiento de los tres primeros niveles a costa de los tres últimos.

Ahora bien, retomando a Montero 49 quien cita a Fischer (1992), dentro de las bases psicosociales y psicocomunitarias del poder, que como se mencionó anteriormente, se encuentra presente en toda relación, está permeado por procesos como la identificación, que es el deseo suscitado en ciertas personas de tomar a alguien como modelo a seguir, debido a la atracción que se ejerce sobre ellas. La legitimidad consiste en “el hecho de fundamentar racionalmente el poder al suscitar, respecto a él, un acuerdo social tal que quien lo tiene dispone del derecho de dirigir a los demás en ciertas circunstancias”. La estructura socioafectiva se desprende del amor, donde, como lo manifiesta Enriques (1983) citado por la autora, “el poder es aprehendido como sagrado” y no admite grados, reflexión ni remordimiento, tal como suele manifestarse en los casos del poder carismático.

Estas bases, por su condición psicosocial, estarían presentes en cualquier relación de poder. Sin embargo, en el caso de los procesos y las relaciones comunitarias es conveniente señalar algunas expresiones propias de ese contexto. Las relaciones comunitarias, al estructurarse a partir de relaciones dialógicas, suponen una peculiar dinámica entre participación y compromiso en la cual el elemento socioafectivo juega un papel fundamental, generando asimismo formas de identificación basadas más en el compromiso, que promueve la imitación de comportamientos de entrega, apego y profundos sentimientos de pertenencia.

Siguiendo a María Elvia Domínguez citada por las autoras, se encuentran diferencias significativas en la comprensión del carácter de la participación comunitaria y la metodología para lograrla por parte de los Organismos Estatales.
1. Participación comunitaria como elemento estratégico
Prevé la participación de los beneficiarios en programas, planes de acción, prioridades de desarrollo social y diseño de proyectos. Con los grupos organizados de las comunidades se desarrollan todas o casi todas, las fases del diseño, implementación, seguimiento y evaluación de los proyectos sociales. Se destacan los Comités de Participación Comunitaria del Plan Nacional de Rehabilitación (PNR), Programas de Capacitación para la Participación Comunitaria Urbana (CIPACU) y Capacitación para la Participación Comunitaria Campesina (CAPACA), el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) y algunos programas de microempresa en el Desarrollo Rural Integral (DRI).

2. Participación comunitaria como elemento táctico Prevé la participación comunitaria en algunas etapas del desarrollo específico de los proyectos: Diagnóstico participativo, seguimiento o evaluación periódica. Esta modalidad participativa ha generado espacios de interlocución entre las comunidades y el Estado.

3. Participación comunitaria como colaboración
En estos casos se prescribe la participación comunitaria en proyectos diseñados por agentes externos, partiendo de la consulta a algunos representantes de la comunidad o a Organismos no Gubernamentales para el desarrollo social (ONGS).
Esta modalidad no incluye la discusión del diseño de los programas con los beneficiarios de la comunidad, como tampoco tiene en cuenta sus opiniones e intereses en las decisiones para la implementación de acciones. Define la participación activa de la comunidad en términos de aporte de la fuerza de trabajo, seguimiento y evaluación de los proyectos, respuestas a consultas de opinión, etc.

La nueva carta se nueve entre la democracia, la participación y la comunidad como conceptos aprehendidos y vivenciados por los colombianos. En lo que se refiere a participación habla de colegialidad, comunicación y concertación. Se legitiman mayores espacios en la gestión zonal urbana y municipal en cuanto a la fiscalización comunitaria del manejo del erario público, la defensa permanente de los derechos humanos y la ampliación del ejercicio del sufragio, entre otros.
El camino hacia la participación real, lleva a un replanteamiento de las relaciones entre comunidad y Estado, donde se propicien canales de comunicación y concertación entre los organismos estatales y los grupos comunitarios. Igualmente debe enmarcarse en referentes ético-sociales que promuevan una participación real y democrática.
A manera de reflexión para finalizar este apartado se retoman las palabras de

Domínguez citada por Lara y Ocampo 56: REFLEXION “El camino hacia una participación real y democrática debe involucrar todas las esferas de la acción como ciudadanos y ciudadanas. En primer lugar se deben propiciar cambios sensibles en las formas como asumimos la participación en los diferentes espacios de socialización: La familia, la escuela, el trabajo, la comunidad, etc. Para ello, debemos contribuir a la gestión de relaciones sociales que promuevan el desarrollo de personalidades democráticas en las generaciones presentes y futuras.

En segunda instancia, debemos asumir el carácter de ciudadanos y ciudadanas en las comunidades, comprometiéndonos en la dinámica de gestión estatal en los barrios, municipios y regiones para fomentar alternativas tendientes a democratizar el ejercicio del poder y la acción cívica.

Y en tercer lugar, el Estado debe legitimar formas reales de participación ciudadana, propiciar la convivencia y la tolerancia para asumir constructivamente los desafíos del desarrollo social en las esferas de la producción. En suma, la participación real implica el ejercicio constructivo del poder en las instancias de implementación de acciones colectivas”.


REFLEXIÓN:

DE QUÉ HABLAMOS CUANDO NOS REFERIMOS A LOS DERECHOS DE PARTICIPACIÓN DE LOS NIÑOS Y LAS NIÑAS

A una parte constitutiva de los derechos consagrados en la convención de los derechos del niño, que en su estructura se dividen en: Derechos de desarrollo, de supervivencia, de protección y de participación, estos últimos se concretan en: expresar su opinión en los asuntos que lo afectan y a que se le tenga en cuenta (articulo 12), a la libertad de expresión, buscar, recibir y difundir información (articulo 13), libertad de pensamiento, conciencia y religión, (artículo 14) libertad de reunión y a celebrar reuniones pacíficas, (articulo 15) En últimas, se trata de crear condiciones para la realización de los futuros ciudadanos quienes deben asumirse y ser asumidos respetándoles su dignidad como personas.
Según Riquelme, las siguientes son características de la noción de ciudadanía: el ejercicio efectivo de los derechos humanos en su globalidad, teniendo a la base la realización de los derechos políticos para el desarrollo de la sociedad, la realización de una democracia de ciudadano/as, en contraposición a una democracia de espectadores/as, el reconocimiento de las personas como sujetos de derecho, fundamento y finalidad de la democracia y de la sociedad civil. Quiere decir lo anterior, que esta noción coloca a todos los ciudadanos en condiciones de igualdad, por lo que no puede haber ciudadanos de primera y segunda categoría, pues es una contradicción en sí misma. Por lo tanto, abordar la categoría de ciudadanía es hacer un ejercicio en el orden de lo político – cultural para instrumentar un concepto de esta, que apoye el devenir transformador de la sociedad y el estado, en sus perspectivas democráticas, donde se gobierne democráticamente y se viva cotidianamente una relación ciudadana democrática.


Referencias:

1) PÁEZ, Castellanos, Gloria Patricia. Curso de Psicología Comunitaria. Universidad Nacional Abierta y A Distancia - UNAD. Escuela de Ciencias Sociales Artes y Humanidades. Programa de Psicología. Bogotá: 2007.
2) DÍAZ G. Alvaro. Artículo sobre la participación de las niñas y los niños y la formación de ciudadanía. 2000. Página web: http://sincronia.cucsh.udg.mx/losninos.htm

Representaciones Sociales


La teoría de las Representaciones Sociales es una valiosa herramienta dentro y fuera del ámbito de la psicología social porque ofrece un marco explicativo acerca de los comportamientos de las personas estudiadas que no se circunscribe a las circunstancias particulares de la interacción, sino que trasciende al marco cultural y a las estructuras sociales más amplias como, por ejemplo, las estructuras de poder y de subordinación.

Las R S, constituyen sistemas cognitivos en los que es posible reconocer la presencia de estereotipos, opiniones, creencias, valores y normas que suelen tener una orientación actitudinal positiva o negativa. Se constituyen, a su vez, como sistemas de códigos, valores, lógicas clasificatorias, principios interpretativos y orientadores de las prácticas, que definen la llamada conciencia colectiva, la cual se rige con fuerza normativa en tanto instituye los límites y las posibilidades de la forma en que las mujeres y los hombres actúan en el mundo.


Las R S se construyen a partir de una serie de materiales de muy diversas procedencias:

El fondo cultural acumulado en la sociedad a lo largo de su historia. Dicho fondo está constituido por las creencias ampliamente compartidas, los valores considerados como básicos y las referencias históricas y culturales que conforman la memoria colectiva y la identidad de la propia sociedad. Todo ello se materializa en las diversas instituciones sociales, por ejemplo en la lengua y en general en todos los objetos materiales. De acuerdo con Ibáñez (op.cit.), las fuentes de determinación de las R S se encuentran en el conjunto de condiciones económicas, sociales e históricas que caracterizan a una sociedad determinada y en el sistema de creencias y de valores que circulan en su seno.

Los mecanismos de anclaje y objetivación. Ambos son mecanismos que provienen de la propia dinámica de las representaciones sociales. El primero de ellos concierne a la forma en que los saberes y las ideas acerca de determinados objetos entran a formar parte de las R S de dichos objetos mediante una serie de transformaciones específicas. El segundo da cuenta de cómo inciden las estructuras sociales sobre la formación de las representaciones sociales, y de cómo intervienen los esquemas ya constituidos en la elaboración de nuevas representaciones.

El conjunto de prácticas sociales que se encuentran relacionadas con las diversas modalidades de la comunicación social. Es, en efecto, en los procesos de comunicación social donde se origina principalmente la construcción de las R S. En este sentido, los medios de comunicación de masas tienen un peso preponderante para transmitir valores, conocimientos, creencias y modelos de conductas. Tanto los medios que tienen un alcance general, la televisión o los que se dirigen a categorías sociales específicas como las revistas de divulgación científica, por ejemplo, desempeñan un papel fundamental en la conformación de la visión de la realidad que tienen las personas sometidas a su influencia. La comunicación interpersonal y en particular la de las innumerables conversaciones en las que participa toda persona durante el transcurso de un día cualquiera de su vida cotidiana, es otra modalidad de la comunicación social cuya influencia es igualmente significativa.

En síntesis, es importante señalar que las Representaciones Sociales cumple unas funciones como lo afirma Sandoval (1997), las cuales son: a) La comprensión, función que posibilita pensar el mundo y sus relaciones; b) La valoración, que permite calificar o enjuiciar hechos; c) La comunicación, a partir de la cual las personas interactúan mediante la creación y recreación de las representaciones sociales; d) La actuación, que está condicionada por las representaciones sociales.

Es así como a partir de las representaciones sociales, las personas producen los significados que se requieren para comprender, evaluar, comunicar y actuar en el mundo social.

Sin embargo, en este compartir de las personas sus representaciones sociales se está evidenciado la manera como cada actor social participa en la construcción de su hogar (micro contexto), las instituciones de la Red social como las instituciones educativas, de salud, y religiosas, entre otras (meso contexto) y hasta llegar a contribuir al fortalecimiento de las estructuras sociales, económicas y culturales (macro contexto).


Tomado de:
1) PAREDES Rosales, Claudia Andrea. Curso de Psicología Social. Universidad Nacional Abierta y A Distancia - UNAD. Escuela de Ciencias Sociales Artes y Humanidades. Programa de Psicología. Bogotá: 2007.